¿Crees que sólo las entidades paranormales pueden causarte desesperación y miedo? Pues créeme que la realidad es mucho peor. Yo soy el vivo ejemplo de que no hay que ser perseguido por un demonio o tener un fantasma en casa para sentir miedo. De hecho, ya desearía sufrir alguno de esos fenómenos en vez de vivir esto.
Tengo 35 años, y aunque mi vida no ha sido mala, siempre he vivido con temor. Mi conciencia no me deja en paz nunca, es como si tuviera una voz en la cabeza diciéndome cosas malas todo el día, aún y cuando estoy durmiendo. Esto no me ha dejado desarrollar la vida ni la personalidad que siempre he deseado.
Desde la infancia, mis miedos han sido muy diferentes a los de los demás niños. Mientras ellos le temían a los monstruos bajo la cama o a la oscuridad, yo temía de lo que podría estar sucediendo en las cercanías de mi hogar. Tal vez un terremoto, un tsunami o un tornado podrían afectar a mi ciudad mientras duermo, o ¿qué tal si se llegara a liberar un ataque nuclear en cualquier otra parte del mundo?, y no seamos capaces de reaccionar a tiempo. Le hemos hecho muchísimo daño a nuestro planeta, en cualquier momento podría dejar de mantenernos vivos.
Conforme iba creciendo, estos malos pensamientos se hacían más fuertes. Al punto de que no podía subir un edificio sin pensar todas las maneras y probabilidades que hay de que éste colapse y se desplome conmigo adentro. Peor aún si entro en un lugar cerrado o subterráneo, ya que presiento como quedo atrapado ahí, como todo lo que está encima de la estructura me puede caer encima. También temo que al salir de ahí, haya sucedido alguna catástrofe y todo se esté desmoronando.
Mi vida se vio totalmente afectada cuando esta voz interna me decía todo lo que podría ocurrir al montarme a un avión, como quedar atrapado en una tormenta o que alguna falla mecánica provoque una estrepitosa caída desde kilómetros de altura. Pues existen los barcos, que también pueden hundirse y perderse en las profundidades del océano, entonces paso de morir en caída libre a morir ahogado. Esto me ha afectado a tal punto de que no soporto andar en automóviles o trenes, o sentirlos pasar cerca mío. Entonces ya no fui capaz ni de salir a caminar con seguridad, creí que en mi casa estaría a salvo.
Pues estaba equivocado, mi mente me tenía una sorpresa. Comencé a pensar en los ridículamente pequeños que somos en el universo, pensé en que un asteroide podría chocar con nuestro planeta en cualquier momento, o con cualquier otro planeta, provocando que la órbita de éste se desvíe, causando calamidades en nuestro Sistema Solar. Por ejemplo, Júpiter podría desprenderse de su órbita, llevándose a los demás planetas en su poderoso campo gravitacional; es más ni siquiera debía ser un planeta enorme, ¿qué sucedería si una migaja espacial como Marte se desplazara hacia nosotros? O si la luna se pierde en la inmensidad del universo. Incluso el sol podría apagarse, y 8 minutos después empezaríamos a sentir como nos congelamos a oscuras hasta la extinción.
¿Cuál es mi escapatoria ahora? Intentar dormir, pero al cerrar los ojos sin pensar en nada, siento como la culpa de no vivir con plenitud invade mi cabeza. El tiempo se me escapa y comienzo a sentir miedo hacia la muerte, ¿qué nos pasará?, ¿nos daremos cuenta?, hay otra vida o simplemente se acaba el juego. Aunque verdaderamente me daba más miedo que los doctores consideraran que estaba muerto mientras dormía y me enterraran, para entonces despertar en un ataúd a 3 metros bajo tierra.
Nunca fui pleno en mi vida, esta ansiedad nunca me dejó. Es por esto que hoy he decidido que ya no quiero sufrir más con estos pensamientos. Creo que conocí a toda la facultad de psicólogos de mi ciudad, y ninguno pudo entenderme y mucho menos curarme. Por eso hoy quiero acabar con mi peor enemigo.
Mi peor enemigo, fuí yo mismo.
Hyboor
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