jueves, 21 de abril de 2016

La Herencia de Porcelana [Historia]

Las muñecas de porcelana siempre han sido un gran misterio debido a su apariencia. Los adultos, sobre todo los adultos mayores, las ven adorables, pero para los más jóvenes y en especial, los niños, éstas pueden llegar a ser espeluznantes. No podemos negar que esos ojos fijos de vidrio pueden llegar a perturbar hasta al más valiente, sobre todo si es de noche.


Esta es la historia de la muñeca Leonor. En un país de Centroamérica, hace poco más de 100 años, Leonor fue el regalo de cumpleaños de una niña. La madre de la niña la compró en el mercado central de su ciudad, a un precio muy bajo por no decir que regalada, lo que extrañó un poco a la mujer. Esta niña creció, teniendo a su primer hija en el año 1940, a la cuál llamó Isabel.

Isabel recibió a Leonor como regalo de parte de su madre a los 6 años, ya que ella ya no la cuidaba tanto. Pero Isabel sí lo hacía, ella amaba a Leonor. Era su mejor amiga, cada día estaba con Leonor, le peinaba su liso cabello artificial color marrón, le hacía vestiditos y le hablaba como si Leonor realmente tuviera vida. Isabel se aficionó a las muñecas de porcelana.


Con el paso de los años, Isabel se casó y tuvo hijos, solamente varones. Así que no le heredó su colección de muñecas que tanto amaba a ninguno de ellos, y se dedicó a mantenerlas limpias y hablarles como si tuvieran vida propia hasta el día que murió, en el año 2011. Los hijos de Isabel se repartieron la herencia que su madre había dejado, con el curioso detalle de que le dejó la colección de muñecas al único hijo que le dió una nieta. En el testamento se dictaba "Mi mayor tesoro, mi colección de muñecas, será atribuida a mi única nieta. María Fernanda, cuídalas, en especial a Leonor, y no dejes que nadie se deshaga de ellas."

María Fernanda tenía 15 años para entonces, y no le alegró en lo más mínimo que las extrañas muñecas de la abuela le hubieran sido otorgadas. Ella realmente no las quería, por lo que le importó poco la petición de su abuela, recogió todas las muñecas en una caja y las donó. Ese fue un terrible error. Días después, un tío de María Fernanda le reclamó que dejó a una de las muñecas en la casa de su difunta abuela:
-Fernanda, esta muñeca se quedó en el estante de la sala de mi madre. Ella te las heredó, así que te la traigo- le dijo mientras le daba a la muñeca con cierto apuro.
-Eso es imposible, las recogí todas y las puse en una caja...- respondió la adolescente.
-Pues esta es Leonor, es la que tu abuela más quería, puede que tuviera un lugar especial y no la hayas visto. -explicó su tío mientras se alejaba.

Leonor era una muñeca de porcelana muy fina, cabello liso, de color marrón, ojos de vidrio de un color verdoso, y tenía un color de piel muy claro. Todas las muñecas de la abuela de María Fernanda fueron de la misma tienda, excepto Leonor. De hecho, nunca se supo de dónde provenía esta muñeca, ni por qué se vendió a tan bajo precio.
Los hijos de Isabel nunca gustaron de su colección de muñecas, decían que estaban embrujadas, que se movían y que fue por éstas que el fruto del último embarazo de su madre murió, ya que sería una niña y eso les quitaría toda la atención a las muñecas.


Estas historias no preocupaban a María Fernanda, ya que Leonor era la muñeca que le parecía menos fea de toda la colección, así que dejó a la muñeca en una caja llena de juguetes de su infancia y se desentendió del tema. Pero a Leonor no le gustaba estar encerrada en cajas.
Al día siguiente, la muñeca apareció en la sala de su casa, simulando estar sentada en el sillón. María Fernanda pensó que quizá su padre o su madre la sacaron para verla, o que tal vez su hermano escuchó las historias y le quería hacer una broma. Así que esa noche dejó a la muñeca en el escritorio de su cuarto y se fue a dormir. Lo que sucedió a la mañana siguiente, no le gustó para nada.

María Fernanda despertó, sintiendo que algo le estorbaba en su brazo derecho, al voltear vió que la muñeca estaba en la cama con ella, ante lo que no pudo evitar soltar un pequeño grito. Le reclamó a sus padres y su hermano que si alguien la estaba molestando con la estúpida muñeca pues ya no era gracioso, y que quería que lo dejarán de hacer. Cual fue su sorpresa cuando ninguno de ellos se había dado cuenta siquiera de que la muñeca estaba en casa.

Ella estaba muy enojada, ya eran tres las coincidencias que le sucedían con Leonor, por lo que decidió ir a tirarla en un basurero de un parque.
-Vamos a ver si regresas a casa ahora, puta.- Le dijo mientras la introducía en el basurero.
Pasaron varios días, hasta que una noche María Fernanda escuchó un ruido en la puerta de su cuarto, como si algo hubiera caído contra esta. Ella se levantó de su cama, encendió las luces y al abrir la puerta, vió como Leonor cayó al suelo. Eso ya era imposible.

María Fernanda simplemente tomó a la muñeca, que se veía sucia y olía mal, y la tiró por la ventana de su cuarto, el cuál tiene vista a la calle. Eso, en primer lugar, la tenía que haber roto, y si no hubiera sido así, alguien tendría que recogerla al dejarse llevar por la curiosidad, o por lo menos eso pensó ella. Al día siguiente, la muñeca no estaba en donde ella la había tirado, pero esto en vez de aliviarla, le creó más preocupación.


En su casa comenzaron a suceder cosas extrañas: desaparecían cosas, algunos objetos cambiaban de posición, y se empezaron a quemar los bombillos de cada cuarto. Una noche, tormentosa, se le asignó a la adolescente cuidar la casa, ya que sus padres asistirían a una fiesta del trabajo y su hermano regresaría tarde debido a la universidad.
Eran las 10:21 pm cuando se fue la luz en la casa, tras un potente trueno. María Fernanda no se preocupó mucho debido a que ya ella estaba acostada en su cama, lo que sí la asustó fue que al iluminarse su cuarto con el destello de un relámpago, notó a Leonor en el escritorio de su cuarto, con una expresión macabra en esa cara de porcelana. Pero al iluminar con el foco de su celular, la muñeca no estaba.

Fue entonces cuando escuchó el sonido de unos pasos en la sala de su casa, pasos que sonaban cada vez más pesados. Ella se levantó, abrió la puerta e iluminó el pasillo que daba a su cuarto para asegurarse que nadie estuviera en la casa, entonces escuchó una risa chillona y burlona en el fondo de la casa. María Fernanda cruzó la puerta de su cuarto, y fue entonces cuando sintió que algo la golpeó en la cabeza y la agarró de la cabeza, tapándole la boca, y encerrándola en el cuarto.


Sus padres la encontraron desangrándose en cuanto llegaron a casa, sea lo que sea lo que la atacó, le arrancó un ojo. María Fernanda estaba en estado de shock, ella solo repetía "Leonor hizo esto, Leonor hizo esto...". Los doctores no pudieron dar otra explicación más que se pudo haber resbalado en medio de la oscuridad y clavarse así algo en el ojo. Aunque la policía nunca encontró sospechosos, fue su hallazgo, en la madrugada del día siguiente, lo que alarmó a la familia. 
Encontraron a la muñeca Leonor sentada junto a la tumba de Isabel, con el ojo de María Fernanda en la mano de la muñeca.

Hyboor

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