miércoles, 6 de abril de 2016

La Mujer Sombra [Relato]

¿Acaso te gusta la sensación de la soledad? Pues mi relato te hará pensar dos veces si realmente quieres usar a la soledad como tu refugio.

Desde que era un niño, siempre fui un poco distinto a los demás. En la escuela siempre me gustaba estar sólo, y hacer las cosas por mí mismo, y al llegar a casa, siempre me gustaba estar en mi cuarto alejado de mi hermano mayor y de mi hermana menor. Pese a que compartir tiempo con los demás no era de mis cosas favoritas, nunca fui 100% antisocial, simplemente disfrutaba la soledad.

Nunca pensé que eso me fuera a afectar en la vida, hasta que empecé a sentirme acompañado en esa soledad que tanto me gustaba. Era ilógico, aunque mis hermanos no estaban conmigo en mi habitación, podía sentir como alguien me observaba. Poco a poco, esa manifestación fue creciendo, al punto de que me sentía observado tanto en la escuela como en casa.

Dejé de disfrutar la soledad, al confirmar que no estuve completamente sólo nunca. Siempre pude percibir sombras que se movían muy rápidamente alrededor mío, solo que con el paso del tiempo supe distinguir los tipos de sombra.


A los 12 años sucedió lo que tanto temía, una de esas sombras no escapó al perseguirla con mi mirada. Era de noche, yo ya estaba listo para irme a dormir, pero al cerrar la cortina de la ventana de mi cuarto, noté un reflejo misterioso en la ventana de mi vecino. Era una de esas sombras que solía percibir todos los días, pero ésta se mantuvo estática al poderla distinguir. Contrastaba con el brillo de la luz que provenía de la habitación de mi vecino, era una sombra de tonalidad muy oscura que definía la figura de una mujer, sin embargo, lo que más llamó mi atención fue que sus ojos emitían cierto brillo.

Desde entonces, el acoso por parte de este ente aumentó, lo cual me afectó tanto en rendimiento académico como psicológica y emocionalmente. Mas no tenía a alguien de confianza para contarle lo que me sucedía, en la escuela (ya más bien en la transición a secundaria) no tenía amigos tan cercanos como para hablar de estos temas, igualmente mis hermanos se burlarían de mí y mis padres pensarían que estaba loco. Fue en ese momento cuando sentí la verdadera soledad.

Afortunadamente, en mi época de secundaria tuve más amistades y dejé de sentirme tan sólo. Esta presencia se hacia sentir en menor medida, pero se mantenía presente. Fue al entrar a la vida real cuando todo empeoró, y por esto escribo este relato. Empecé a trabajar, me independicé y la soledad volvió a mí. No tenía pareja, no tenía mascotas y no conocía a nadie de mi apartamento. En el trabajo las cosas no eran muy distintas, me mantenía sólo la mayor parte del día.

Con la soledad volvieron las sombras, solo que más fuertes, con mayor insistencia. Podía sentir como me perseguían, durante todo el día, todos los días. Entonces empezaron a moverse las cosas en mi casa, empecé a escuchar ruidos y estos le abrieron paso a voces. Voces que no decían cosas nada alentadoras.

Hace unos días, mientras subía las gradas hacia el piso en el que se encuentra mi apartamento, sentí como una sombra me perseguía. Su energía era muy fuerte, incluso tuve que apurar el paso para llegar a mi puerta. Justo cuando abrí la puerta, volteé hacia las gradas observando en el fondo la misma sombra que ví de niño en la ventana de la casa de mi vecino.


Lucía amenazante, noté que sus dedos eran afilados y tenía un brillo aún más esplendoroso en sus ojos. Cerré la puerta muy asustado, rezando para que este ente me dejara en paz. Puedo decir que se me cumplió mi petición, a medias. Me estaba costando conciliar sueño, y fue en el momento en que empecé a dormirme cuando escuché como algún objeto metálico cayó en mi cocina. Después de un inquietante silencio de un par de minutos, escuché unos pasos lentos y pesados, como si algo se estuviera arrastrando, en dirección a mi habitación.

Siempre he dormido con la puerta cerrada, así que pensé que esa sería mi protección. Estaba muy equivocado. La perilla giró, y lentamente la puerta empezó a abrirse. Era la mujer sombra, vi sus brillantes ojos una última vez antes de que se lanzara sobre mí y empezara a estrangularme. Este fue el momento más aterrador de mi vida. El ente tenía mucha fuerza, pero logré sobrevivir y huir de ese apartamento.

En el hospital me diagnosticaron un tipo de demencia leve, y calificaron mis marcas en el cuello como un intento de suicidio. Yo sé lo que viví, yo sé que la gente sombra existe, y buscan a gente que gustan de la soledad.
Hyboor

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