Desde el inicio de la civilización, el ser humano le ha guardado cierto misticismo y adoración al fuego. Este feroz elemento que ninguna otra raza puede causar, e incluso de cierta forma, que ninguna otra raza en nuestro planeta puede "controlar" como nosotros; aunque aún en los tiempos modernos, es un fenómeno que si se sale de control, puede causar grandes daños, puede asimismo causar la muerte.
Esta es la historia de Marta, una mujer en plena edad adulta, originaria de Medellín, Colombia. Marta buscaba trabajo en la ciudad, pero siempre le costó mucho convencer en las entrevistas que tenía. Sin embargo, logró ganarse un puesto en una pequeña empresa que se establecía en un viejo edificio. Su cubículo se encontraba en el tercer piso, el cual era muy cerrado y tenía poca iluminación natural. Generalmente, hacía mucho calor en ese piso.
A Marta no le gustaba mucho ese piso, se sentía incómoda al trabajar, sobre todo, se sentía con mucho calor. Pensó que conforme fueran pasando los días se iría acostumbrando a su cubículo, mas pasaron semanas y ni una vez se logró sentir al menos cómoda con el lugar donde laboraba.
El horario de Marta era de 7 de la mañana a 4 de la tarde, pero siempre aprovechaba hacer unas cuantas horas extra, ya que necesitaba ganar todo el dinero que pudiera para salir de sus apuros económicos. Lo curioso comienza aquí, ya que aún cuando tenía que trabajar hasta las 6 de la tarde persistía el calor. En veces, ella sentía como se asfixiaba por el mismo calor si no bajaba unos minutos al segundo piso del edificio, donde se encontraban un pequeño comedor y los baños.
Aunque persistía la alta temperatura en ese piso, Marta estaba tranquila porque siempre había algún compañero o compañera de trabajo que estaba en el tercer piso con ella. Para mala suerte de Marta, siempre hay una primera vez. Al mes de trabajar en aquel edificio, Marta quedó trabajando sola en la sección de cubículos, estando acompañada únicamente por el personal de limpieza que se encontraba en el segundo piso y seguridad, que si bien estaban ubicados en el primer piso, merodeaban todos los pisos del edificio cada cierto tiempo.
El día que ella quedo sola en el tercer piso, faltando media hora para la hora de salida, Marta sintió como algo empezó a moverse de cubículo a cubículo, caían hojas de papel al suelo, se escuchaba como las sillas giraban y además, el calor que hacía en ese piso fue mucho más potente. Ella pensó que tal vez algún roedor podría estarse aventurando por los cubículos ya que había mucha calma, por lo que trato de no pensar en eso, hasta que llegó la hora de salida.
Marta recogió sus cosas, apagó la computadora y se dignó a dejar su cubículo, cuando se sintió observada. Ante esto, se giró para ver si alguien estaba por ahí, pero solamente se encontraba ella. Apuró el paso para llegar a las gradas, bajó a toda prisa las gradas y cuando llegó al segundo piso, se topó con uno de los encargados de limpieza, seguramente uno de los que llevaba más tiempo trabajando en aquel edificio. Ella estaba sudando como si hubiera corrido 5 kilómetros, estaba muy agitada, el señor de la limpieza simplemente le dijo "Parece que ya conociste al señor del calor", echándose unas risas mientras proseguía con su labor. Marta se fue confundida.
Marta llegó a su casa, aún sin la más mínima idea de qué podrían significar aquellas palabras. Era tarde, estaba exhausta, simplemente se acostó y cayó en un profundo sueño. En este, ella veía como llegaba al edificio donde trabajaba, subía hasta el tercer piso de mala gana y trabajaba. Ella podía sentir el calor que hacía allí, y notaba como se intensificaba cada vez más. Todo se empezó a ver de color naranja, se sentía sofocada, por lo que se levantó para huir de ese lugar, pero todo empezaba a derrumbarse, oía los gritos de sus compañeros pero además, escuchó un tipo de risa profunda, y una silueta oscura que se asomaba por donde se comenzaron a originar las llamas.
Después de ver aquella silueta oscura, Marta despertó sudando, la hora del reloj indicaba que ya debía levantarse para ir a trabajar, aunque ella deseaba no volver nunca más a ese edificio, pero no tenía otra opción, le tomó mucho tiempo conseguir trabajo y no podía dejarlo ir por una pesadilla.
Las siguientes semanas de trabajo fueron muy pesadas, pero al menos dejó de hacer horas extra. El único aliento para Marta fue que ya debía de terminar la época de calor, para dar paso a las lluvias, y entonces podría trabajar un poco más fresca. Mas el verano persistía. Hasta que llegó el día por el cuál escribo esta historia.
Era un viernes, bastante soleado y la escasez de nubes en el cielo dictaba que así permanecería la tarde. Después del almuerzo, Marta trabajaba muy concentrada en su cubículo, hasta que se empezó a sentir un calor muy intenso en el tercer piso, un calor fuera de lo normal. Entonces se empezaron a escuchar gritos provenientes del segundo piso, los electrodomésticos que estaban en el área de comedor sufrieron un corto-circuito debido al calor, provocando llamas que se propagaban con rapidez por todo el segundo piso.
Todos se desesperaron, y empezaron a salir por sus propios medios. Marta se estaba quedando atrás. El edificio era tan viejo que no resistiría el incendio, la estructura empezó a ceder. Muchas personas estaban quedando encerradas por las llamas, los bomberos aún no llegaban, los gritos de dolor y desesperación no se hicieron esperar. Marta corrió hacia las escaleras, pero se tropezó con alguna otra persona que también trataba de huir, y cayó por las gradas. Aunque no sufrió un golpe muy fuerte, le costaba ponerse en pie.
A duras penas, termino de bajar las gradas hacia el segundo piso, que ya estaba muy dañado. Ya casi no había nadie ahí, pero en medio de las llamas y el humo, vio como una silueta negra emergía. Parecía ser hombre, de gran estatura y grueso, que venía en dirección donde ella. Parecía decir algo, pero Marta no entendía quién o qué era, ni cuál era su intención. Para cuando logró discernir lo que el ente decía, ya éste estaba muy cerca de ella. La silueta repetía una y otra vez "Tu non effugies de igne" cosa que Marta no entendía pero supo instantáneamente que no era algo bueno, por lo que empezó a correr hacia las gradas que llevaban al primer piso, pero el ente la perseguía.
Justo cuando llegó al primer piso, el cuál se empezó a desboronar mientras ella intentaba huir del edificio, el ente la agarró del brazo derecho, tratando de llevarla de nuevo arriba. Marta estaba comenzando a marearse por el humo y el calor que hacía, además el ente le estaba quemando el brazo. Milagrosamente, justo cuando Marta estuvo a punto de rendirse, los bomberos llegaron y empezaron a apagar el incendio y rescatar a las personas que se encontraban atrapadas en el edificio, siendo Marta una de las primeras personas a las que sacaron.
El estado de Marta fue muy grave, pero empezó a mejorar con los días. Hubo muchos muertos, la empresa quebró, y el edificio quedó inutilizable, siendo demolido dos meses después del incidente. Marta reportó muchas pesadillas durante semanas, recibió terapia por meses, sus lesiones empezaron a sanar, pero la que más duró fue la quemadura de tercer grado que sufrió en el antebrazo derecho. Los doctores intuyeron que estuvo en contacto con las llamas en ese brazo justo antes de que llegaran los bomberos, mas nunca pudieron explicar porque la quemadura tenía la forma de una mano.
Hoy, casi 2 años después de lo ocurrido en aquel edificio, Marta nos relató como fue que su vida cambió totalmente luego de aquel incendio. El significado de la frase que ella escuchó que decía aquel ente oscuro es "No puedes huir del fuego", traducido del latín. Sus heridas físicas ya sanaron, la cicatriz que le quedó en el antebrazo aún preserva la forma de una mano, sus traumas psicológicos ya fueron superados, nunca más volvió al lugar donde se encontraba el edificio, y no volvió a sentir tal calor como el que hacía en aquel tercer piso. Aunque aún le cuesta un poco hablar del tema, nos dijo que algo terrible es lo que se oculta en el fuego.
Hyboor
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